jueves, febrero 17, 2005

Mi beligerancia musical

Hace unos días, tuve en el Focoblog una pequeña escaramuza con Tones a propósito del estado decrépito del panorama musical. Que conste que la empecé yo. Todo porque yo estaba convencido de que cuando él decía en su post que, allá en los primeros 90, “los grupos nacionales cantaban en inglés sin saber qué decían“, en realidad solo tenía en mente a uno. (Mis disculpas desde aquí.)

Aquel episodio ilustra perfectamente el tema del que les quiero hablar hoy: A la gente le hace muy poca gracia que se hable mal de las músicas que pueblan sus altares privados. Por ejemplo, podrían ustedes preguntar, insidiosos, a Absence qué hace un padre de familia viendo películas en las que un japonés disfrazado de bicho raro realiza lo que solo se puede calificarse como “Tai-chi extremo”. O podrían recriminarle a Satanasito que su amado Lovecraft era un pusilánime que volcaba en una enrevesada prosa todas sus frustraciones y amarguras para con el mundo. Tengan por seguro que estos santos varones les pasarían el brazo por encima del hombro (virtualmente) y les reconvendrían “Mira majete, lo que pasa es que no has reparado en los sutiles detalles”. Y al igual que ellos, todo el mundo. Pero no. Si usted le dice a su compañerete del alma que su grupo de cabecera es una puta mierda, lo más seguro es que pierda un amigo y, probablemente, se gane una ostia.

No es por ello tan sorprendente que apenas se hable de música tanto en el mundo real como en el virtual Si casi no discutimos de política por no herir sensibilidades, ¿cómo hablar de algo mucho mas intimo?

Yo, el primero, utilice la táctica “puto mierda” frecuentemente en tiempos pretéritos. Solía obtener, como mínimo, una retirada del saludo. En realidad, las respuestas más violentas eran las mejores porque te permitían justificar a posteriori tu ofensivo comentario inicial. Mi carrera de kinki musical terminó, sin embargo, un día en que le espeté a un fan del Boss: “Bruce Springsteen es una puta mierda”. El pobre hombre, en lugar de ofenderse, me miró con cara muy triste, bajó la cabeza y se largó sin mediar palabra. Fue en ese momento en el que comprendí que algo marchaba mal.

En el fondo todo es culpa de nuestra idea del individuo como una construcción que levantamos poco a poco con nuestras experiencias y nuestras decisiones. La música resulta ser una parte crítica de ese andamiaje. Es lo que nos hace elevarnos, ser especiales, lo que nos distingue. Incluso cuando el grupo con el que se comparten un determinado gusto es muy grande, este nos está definiendo. Es también una manera de conocer el mundo, de aprehenderlo; diferentes músicas nos hacen percibir y entender la realidad de distintas maneras. Es lo que llamaré aquí, el “Síndrome Werther Original.”

Pero una vez que conocemos esta verdad indiscutible, podemos continuar nuestra existencia, casi como si nada hubiera pasado. Yo sigo teniendo mis fobias y mis filias, mis prejuicios, y sigo pensando que mucho de lo que se oye es una “puta mierda”. Con lo que no lo es, solo procuro ser cauto; no herir demasiado a los demás a causa de sus gustos y pasar el brazo por encima del hombro del que critica los míos.

Por todo esto; a pesar de todo esto, yo les voy a hablar bastante de música en este blog. Sé que me puedo granjear múltiples enemistades y reproches entre ustedes. Así que, como solución intermedia, les iré ofreciendo con cierta frecuencia, videos musicales. Si no les convence la música, al menos puede que lo hagan las imágenes.

Prepárense.

4 Comments:

At febrero 18, 2005 1:26 p. m., Blogger Dr Zito said...

¿Nunca has tenido prejuicios? ¿Has escuchado siempre todo lo que, después, has criticado? ¿No has sido mezquino alguna vez?

 
At febrero 28, 2005 7:35 p. m., Blogger Dr Zito said...

Solo aclarar que, como ya he dejado patente en el pasado en sus respectivos blogs, las menciones a las aficiones de Satanasito y Absence eran puramente una retorcida muestra de admiracion. Espero que no se hayan sentido ofendidos.

 
At julio 14, 2005 9:23 a. m., Blogger Carolink said...

Ay... Beligerancia. Relativismo.
Si lo que hay que hacer (para todos, los que son críticos hasta con la propia madre y los que adoran a sus ídolos sin asomo de crítica) es un simple ejercicio: coger los discos del artista favorito y escucharlos una y otra una y otra una y otra vez hasta que ya no signifiquen nada esos acordes. Otro sencillo ejercicio (paso número 2): escuchar cuanta música caiga cerca, escucharlo todo, sin fijarse siquiera en los nombres o las carátulas. Eso te hace poner las cosas en un contexto. Relativizarlo todo. Se es más feliz así.
Y puedes decir que The Cure es una puta mierda, porque yo no te voy a hacer ni caso.

 
At julio 14, 2005 9:29 a. m., Blogger Dr Zito said...

Es una sabia tactica, si Sita Carol.

Espere un momento, mi Yo del pasado me pasa una nota. Dice: "The Cure es una puta mierda". Pero descuide, que la quemo ahora mismo.

 

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