lunes, marzo 14, 2005

Toda la tarde viendo películas

Este fin de semana ha habido zafarrancho de combate en el Hogar Zito. Pequeña Morla contra la permanente amenaza del busca. Semejante estado de excitación no permite embarcarse en ninguna actividad que requiera algo de concentración (entiéndanlo como prefieran). Sabes con certeza que sonará en algún momento. Así que nos abandonamos resignados al visionado de todo material que, caprichoso, apareciera bien en la televisión o bien al meter la mano en esa bolsa que tenemos llena de películas obtenidas ilegalmente.

Pero antes de continuar, dejen que les confiese que en la actualidad mi gusto fílmico es dolorosamente esquizofrénico y que tan pronto tengo ramalazos clasicorros como pasiones virulentas por el cine de derribo.

Bien. La que primero paso por la piedra fue el clasicazo “Doctor Zhivago” que, sorprendentemente, yo no había visto hasta entonces. Tres horitas y media, anuncios incluidos. Dejen que les resuma un poco el argumento porque sospecho que no la habrán visto tal como me ocurria a mi hasta este sábado. Doctor Zhivago (Omar Sharif) es un médico en la Rusia pre-revolucionaria que se enamora perdidamente de Lara (Julie Christie), una mujer que ha caído, al igual que su madre, en los brazos de Victor Komarovsky (Rod Steiger), un político oportunista y sin escrúpulos (lo cual tampoco es decir mucho). El amigo Zhivago escribe poesía que no es del gusto de los Bolcheviques (sic) y por ello es desterrado a una zona rural donde llevará una doble vida mientras el cerco se estrecha sobre él, Lara y su familia. La historia esta contada en flashback por su hermano Yevgraf (Alec Guiness) a la hija de Zhivago y Lara quince años después.

Como pueden ver hasta aquí, Doctor Zhivago lo tiene todo para parecerle a uno bodrio mañanero si se está un poco en la onda básica-elemental: Larga, de época y llena de clichés sobre la lucha del individuo contra una sociedad que impone la uniformidad radical. Es de entender que no sea del gusto de un espectador moderno: es en ocasiones bastante ingenua; la mujer de Zhivago, Tonya (Geraldine Chaplin) es una cornuda santa y sufriente; la ulterior conversión al bien de Komarovsky no tiene demasiado sentido. ¿Pero hasta que punto son esos defectos del libro en el que se basa?



Si uno se deja llevar, de verdad creanme, Doctor Zhivago es una experiencia cinefila memorable. Por el lado básico, Julie Christie esta guapísima y ya solo el verla iluminar la pantalla merece estar sentado las tres horas y pico que dura; no es de extrañar que Zhivago la prefiera a la feúcha de su mujer. Pero mas allá, está la historia (con minúscula) de unos personajes a los que la Historia (esa con mayúscula) zarandea una y otra vez. Ese es un concepto extraño para nosotros que vivimos en esta época post-histórica en la que nuestras vidas privadas casi nunca se ven afectadas por magnos sucesos. David Lean (el director) intercala secuencias más privadas, algunas casi oníricas, entre las grandes escenas de acción y consigue con esos pocos elementos (un puñado de personajes, una historia arquetípica) lo que, supongo, buscaba: una seductora combinación de intimismo y grandiosidad.

El domingo después de comer pensamos que lo mejor seria recrear aquellos tiempos de “película de domingo por la tarde”. La que cayó fue “Cristal Oscuro,” dirigida por Jim Henson y Frank Oz, que estoy seguro recordarán de sus años más tiernos. Es curioso que esta fuera la primera película protagonizada unicamente por “marionetas.” A su humilde modo, eso la convierte en un hito de la historia del cine del tipo de “Blancanieves” o “Toy Story”.

Lamentablemente “Cristal Oscuro” no contiene ningún secreto oculto para un espectador que no la haya visto en veinte años. Veinte veces más cínico que entonces, la lucha entre el Bien y el Mal que domina la película me pareció demasiado anclada en ese fastidioso imaginario New Age de mercadillo jipioso. Y para colmo de males, el argumento, acartonado, no acabó nunca de emocionarme.

La parte visual es su punto fuerte. La dirección artística estaba a cargo de Brian Froud que fue, no lo olvidemos, quien creó a Yoda y las demás criaturas de “El Imperio Contraataca” y “La Guerra de las Galaxias” (mientras trabajaba en el taller de Jim Henson). Más tarde repetiría con ellos en “Dentro del Laberinto” y la serie de television “El Cuentacuentos,” también tótems de los infantes ochenteros. Los extras del DVD permiten, primero, apreciar el minucioso detalle con el que Henson, Froud y Oz crearon un mundo en que las plantas caminan y los villanos provocan pesadillas al más pintado (a mi al menos, pero es que soy impresionable). Segundo, nos devuelven a un mundo pretérito y artesanal en el que no había CGI y la verosimilitud de los personajes pendía de la inspiración artística de sus creadores.



Finalmente, la bolsa de las películas escupió “Miedo y Asco en las Vegas,” que tuvimos que ver en dos sesiones ante la insistencia del maléfico busca. Muy apropiada después de que Hunter S. Thompson se volara la tapa de los sesos hace unas pocas semanas. Como ya dije en otra ocasión el libro me dejo más o menos indiferente: Indiferente ante los colocones del autor, ante su huida hacia delante. Tal vez fuera porque leí la versión en inglés, tal vez por mi estado de ánimo. Pero he de confesar que la película me gustó (aunque no proferí hurras ni aspavientos). Una vez superas el shock de ver a Johnny Depp calvo, a Benicio del Toro barrigón, y el cameo de Toby McGuire, la segunda impresión te la produce la acertada (creo yo, no se que dirán los que de ustedes leyeron el libro) recreación del estado continuo de coloque del narrador y su abogado. Con imágenes, el opresivo trasfondo de la trama, con Nixon, Vietnam, la derrota de la contra-cultura, se hace más explicito y te permite entender mejor el porqué (o la falta de porqué) de esa espiral de caos que es en definitiva “Miedo y asco en Las Vegas.” Como Zhivago, Depp/Thompson también es una víctima de la Historia, a su extraño y heteróclito modo:

“And that, I think, was the handle - -that sense of inevitable victory over the forces of Old and Evil. Not in any mean or military sense; we didn't need that. Our energy would simply prevail. There was no point in fighting - -on our side or theirs. We had all the momentum; we were riding the crest of a high and beautiful wave. So now, less than five years later, you can go up on a steep hill in Las Vegas and look West, and with the right kind of eyes you can almost see the high-water mark - -the place where the wave finally broke and rolled back.




Antes de acabar este post, el más largo jamás visto en este Gabinete, les dejo con la observación final de Thompson sobre la falacia de casi cualquier civilización que haya existido o existirá:

…a generation of permanent cripples, failed seekers, who never understood the essential old-mystic fallacy of the Acid Culture: the desperate assumption that somebody... or at least some force - is tending the light at the end of the tunnel.”

1 Comments:

At marzo 16, 2005 3:56 p. m., Blogger Dr Zito said...

Amigo Jackal, muchas gracias por sus cumplidos. Sinceramente.

 

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