martes, abril 12, 2005

A la 1:35 de la mañana

Aprovecho estos días para conversar con mi hermana y aparentar que recuperamos el tiempo perdido entre nosotros. Y paseamos morosamente por un Madrid que para ella, en sus primeros veinte, es todavía un territorio por explorar y que para mi, por el contrario, es tan solo la imagen desenfocada del lugar que abandoné hace ya más de un lustro.

Tenía muchas ganas de preguntarle que le había parecido el corto de Nacho Vigalondo, "7:35 de la mañana," una vez amainado el vendaval de la nominacion y de la (exigua) exposición mediática. Yo a Vigalondo, como con otras tantas cosas, lo descubrí gracias al Focoblog hace bastantes meses y ya por aquel entonces su ciclo dickiano o su "Lección de cine" bastaron para convertirme a su fe. Además, creo que fue el lunes cuando vi una entrevista suya en Localia a cargo de Tonino (una entrevista extraña en la que a Vigalondo le notaba incomodo y Tonino parecia preguntarse qué coño estaba él haciendo allí y a quién había que regalarle unas gafas). En resumen, sentía una curiosidad algo morbosa por conocer la mirada insider y presuntamente desencriptadora de mi hermana. Digamos que, más bien, esperaba la mansa confirmación de que Vigalondo es un titán, como dice Tones.

Pues no, claro. Ella opinaba que el corto es, y cito más o menos literalmente, ramplón, no muy bien hecho, visualmente plano y que además la historia... la historia... bueno pues que vale, que si, que cantan y eso, pero que no hay nada en ella. Yo me quedé atónito, pasmado. No me lo podia creer.

Claro, entonces vino ese discurso de hermano mayor, mezclado con cierto desdén a lo Sr. Spock, que se me dá también: "Veras, lo que pasa es que tu no lo has entendido del todo. ¿No es extraño y hasta ridículo que en los musicales la gente se ponga a cantar y bailar con perfectas coreografias en el momento más inesperado? Pues 7:35 juega con ese convencionalismo del cine musical en un ambiente fácilmente reconocible, en el que sabemos que todo funciona siguiendo las reglas dictadas por la rutina, para provocarte una extrañeza surreal que, como se descubre después, está justificada racionalmente por la amenaza de la bomba. Además, como en Bailando en la oscuridad, el protagonista utiliza el musical para un fin que está en consonancia con la filosofía de ese cine: en este caso expresar sus sentimientos a la chica."

"No, si lo que dices está bien - respondió mi hermana-. Yo no lo había visto de ese modo, pero aun así sigo creyendo que al corto le falla algo, no cuenta nada interesante. No se muy bien como explicarlo."

De ahí ya no la pude sacar; no supo hacerse entender mejor. Pero yo, debido a mis íntimas psicopatias primero y a mi deformación profesional después, no podía dejarlo estar: Tenía que resolver el enigma. ¿Habría algo de razón en su indiferencia? ¿Sería la dichosa perspectiva femenina? ¿No sería solo que mi hermana carece de criterio?

La respuesta vino a desvelarme a eso de la 1:35 de la mañana (licencia poética, no me jodan). Es algo complicada de explicar pues si Heisenberg decía que la Naturaleza nos responde según el modo en el que la preguntamos, intentar capturar con argumentos racionales algo que probablemente no lo es está condenado a no funcionar. Pero vayamos al grano, que se me aburren. Vale, Vigalondo trata de crear extrañeza al contradecir estructuras que estan ancladas en una sabiduria heredada, popular y hasta consetudinaria. Por un lado tenemos el mencionado uso marciano del discurso del cine musical. Por otro, su futuro largo "Los Cronocrímenes," parece jugar con las mismas claves a juzgar por lo que Vigalondo mencionó en los treinta segundos que le concedió Tonino: Un hombre viaja en el tiempo, pero en vez de a un futuro remoto o a un pasado lejano lo hace solo veinte minutos atrás. Pero no se confundan, este provocar contrariedad al espectador no es arbitrario y está cargado de sentido, no consiste solo en decir "pues ahora te voy a montar la peli al revés". En su intención hay agazapadas inmensas dosis de inteligencia. Pero quizá sea ese el problema. Las reglas que Vigalondo rompe para crear extrañeza son de caracter no-emocional. Y utilizo el termino no-emocional no porque quiera decir que los elementos de su obra (o lo que conozco de ella) son fríos o intelectuales o hiperracionales sino porque solo puedo explicar lo que no son (primordialmente).

¿Entonces a que me refiero? Difícil. ¿Se acuerdan de los viejitos que estaban tomando algo en la cafeteria de "7:35"? Imagínense que es el viejito quien monta todo el tinglado para decirle a la chica jovén que está irremediablemente enamorado de ella. O retuerzan aun más la tuerca e imaginen que el viejito emplea el musical para recordarle a su mujer, con la que lleva casado más de 50 años, una canción de su juventud o para simplemente celebrar que ha recordado súbitamente las cosas que le enamoraron de ella. Si, ya se que con esto me deslizo a los territorios de "Sorpresa, sorpresa", pero eso es exactamente lo que quiero conseguir.

Vigalondo, perdóneme porque he pecado.

3 Comments:

At abril 12, 2005 6:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

Estoy impresionado. Y es la primera vez que alguien me cuestiona o puntúa sin tirar de oraciónes copulativas o argumentos que se devoran a sí mismos (como los que utiliza su, pese a todo, estupenda hermana, dele un beso de mi parte).

El tema, tal y como usted lo plantea, es apasionante. No voy a decirle ni que sí ni que no, pero, eh... Creo que el corto se come con patatas, ya no digo necesariamente el elemento romántico, sino el sencillo mecanismo de una historia de misterio con giro y explosión. Funciona mejor con quinientos espectadores que con cien. Le encanta a los niños. En otras palabras, es un espectáculo. (O un espectaculillo).

Las quejas generadas, en gran parte, sí que derivan de ese sentimiento "pero esto qué cuenta" o "cuál es el MENSAJE", como si la narración tubiese que ser, o al menos parecer, un jeroglífico solucionable.

En otras palabras, creo que el componente no-emocional está más en la observación que en el corto en sí. (Le juro que nuestro premio favorito nos lo dió un jurado compuesto por ¡100! niños parisinos).

Agradezco que usted (su blog ha sido un hallazgo) me considere inteligente, pero soy un gran detractor de la pornografía intelectual (o el mero erotismo intelectual, que es más bien lo que usted me achaca). Por eso, créame, si el corto SIGNIFICASE o tuviese MENSAJE, yo sería el último en bajarme la bragueta. Ya me entiende.

Dicho de otra manera, confieso que trato de forzar la maquinaria a la hora de componer ideas... Y a veces mis soluciones tienden a no-parecerse-a. Pero, créame, sólo pasan el filtro si dan miedo o risa. A los más listos de la clase, y a los macarras del fondo.

Muchas gracias por el artículo. Usted escribe realmente bien. Espero que sigamos hablándonos.
Nacho.

 
At abril 15, 2005 11:57 a. m., Blogger Dr Zito said...

Eso se lo dira a todas.

 
At abril 18, 2005 2:14 p. m., Anonymous Anónimo said...

Tu si que sabes mas que otros y menos que otros.

SI siiiiiiiii

HAber si absorbo el corto en cuestión... pero me da miedo...

 

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