viernes, julio 08, 2005

Pequeñas violencias

Hoy quiero hablarles de violencia, publicidad y videojuegos. Aunque tras lo ocurrido ayer en Ciudad Capital, dejó de parecerme una buena idea, Hijo Tonto me hizo reconsiderarlo al convencerme de que este es quizás el momento más indicado para abordar estos temas. Así que allá voy.

Ustedes ya saben que cada Navidad, más o menos, surge un pseudo-debate sobre la violencia que los videojuegos presuntamente engendran en las mentes poco preparadas y maltratadas de nuestros infantes. Un debate espúrio sin duda, promovido por no se sabe muy bien quién y destinado a inflamar a los de siempre. Aún más ignominiosa si cabe es la tendencia de muchos que se dicen y creen librepensadores a caer en estúpidas generalizaciones y bailar, como si fueran el oso de los zíngaros, a la música del Aquilino Polaino de turno o de sus retrógrados prosélitos. Estas personas progresistas, en ocasiones de indudable valía en sus respectivos campos, no se percatan de que jamás podrán ganar en este obsoleto juego de las sillas ideológicas porque el oponente sabe perfectamente cuando parará la música.

Me atrevería a decir que, de ser algo, los videojuegos serían más bien parte de la solución que del problema. Pero por encima de todo, en este Gabinete se está del acuerdo con Mondo Píxel (y de aquellos que son molados por él, claro) en que constituyen una forma de expresión, rayana en lo artístico cuando no resulta devorada por consideraciones mercantiles; una forma de expresión aquejada por tanto de los mismos males que otros vehículos creativos como el cine o la música.

En realidad, los seres humanos no sabemos bien qué pensar de la violencia. La rechazamos, pero al mismo tiempo es tan parte de nosotros como las mitocondrias. Nos atrae, nos repele; despreciamos a quienes la practican y la empleamos al mismo tiempo. Hemos construido sociedades donde la coerción se administra racionalmente (lo cual no tiene por que ser positivo), igual que se administra la escasez, sociedades que se creen capaces de controlarla, ejerciéndola a domicilio, tratándola de mantener a raya en casa. Y sin embargo se puede encontrar aquí dentro, entre nosotros, ejercida a todos los niveles por desde quien te codea en el metro hasta por quien lanza una bomba inteligente o asesina selectivamente, pasando por la dependienta de Zara que te fulmina con la mirada cuando le pides una talla más grande. Las consecuencias no son comparables, es cierto, pero el principio es el mismo.

Una nueva generación de publicidad de videojuegos se está nutriendo precisamente de este doble rasero, de este apartar la mirada que todos practicamos diariamente; explotando el rechazo acrítico que contamina este debate, y suministrando aún más violencia en paisajes banales y cotidianos -un partido de tenis amistoso, la cola del banco, un pequeño hurto- mostrando que esa es la materia de la que estamos hechos. El resultado son unos spots de inusitado poder, al servicio de le venta y el beneficio por supuesto, pero que a la vez están inyectados de humor sardónico y juguetonas reflexiones.

Pequeñas y medianas violencias que, incontroladas e inentendidas, nos conducen por el camino de la derecha.

Pinchen en las imágenes para verlas.

1 Comments:

At julio 11, 2005 1:17 p. m., Blogger Dr Zito said...

Buf, Don Stevie, gracias. Pense que este post se quedaria con cero comentarios.
Demasiado cerebrismo de seguido?

 

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