jueves, agosto 04, 2005

Paralelas simultaneas

Hubo un tiempo en el que Etzu y yo conseguíamos una vez a la semana librarnos de nuestras inexistentes obligaciones académicas y nos fugábamos a ese lugar maldito en el que por entonces solo la falta de pecunia nos separaba de la locura. Libábamos donde podíamos, todo lo que nos interesaba, de pie casi todas las veces, y yo sostenía los libros porque él siempre fue más alto. Uno de aquellos viernes encontramos un manual cachondo, de esos ilustrados, sobre el ligoteo y sus fracasos. Lo abrimos al azar para descubrir una mujer dibujada hermosa, cruzando sus piernas al final de una falda corta, sentada en una consulta, mientras el texto glosaba los pensamientos del hombre sentado frente a ella. “Se ha tocado el pelo. Está enamorada de mí. Ha vuelto a cruzar las piernas. Está enamorada de mí. Ha levantado los ojos al coger la revista. Está enamorada de mí.” Y así. Los dos nos mirábamos y nos reíamos mucho, con la boca muy abierta, con esa carcajada nerviosa y algo triste del que sabe perfectamente de qué le están hablando. No mucho después, Etzu se echó una novia germanófila, que en cambio le hizo gestos evidentes y también, al final, mucho daño. Ahora él, a todo eso, a lo del manual me refiero, le ha puesto un nombre y lo estudia, encuesta en mano, como un síndrome.
Mientras, yo, sigo aquejado de similares ingenuidades y penosas idealizaciones. Siempre pienso que sí, que esta vez seguro, cuando la chica de gafas negras y falda verde me sostiene la mirada en la calle, o la rubia con sandalias en la escalera o cuando la delgadita levanta hacia mí sus ojos claros mientras sus compañeros continúan escribiendo. Y sus claridades abren ante mí el deseo inútil de poseer existencias paralelas simultaneas, y dedicarlas, no sólo a llenarlas de polvos, malpensados, sino a investigar esos misterios desperdigados, y vaciarlos de pulpa hasta llegar a su cáscara, aunque aquello pueda tomar una de mis vidas, aunque sea en el fondo, como le leí decir a Vigalondo, sólo para hacerme creer que soy la clave de las existencias de otros. Y luego pienso que si sólo dispusiera de una de esas simultaneidades, me gustaría usarla para convertirme en Steve McQueen, menudo hombre, y cantarle “A View to a Kill” a una manada de postadolescentes en minifalda. Pero me doy cuenta de que a Doc McCoy hacer de Simon LeBon le hubiera parecido, cuando menos, una mariconada y que jamás habría accedido. Y luego cambio de idea y pienso que tal vez me conformaría con ser Richard Hawley y cantarle todo el repertorio a parejas de viejos casados durante más de sesenta años, o a otros que vuelven a tirar los dados, bailando agarrados en el hogar del jubilado de cualquier pueblo. Sin embargo, al final, este trayecto febril siempre acaba en el mismo sitio. Al final, siempre termino reconociendo que en realidad, en verdad de verdad de la buena, emplearía la última vida que me quedara en ser William Holden y reclutar a un puñado de valientes dispuestos a morir y a matar conmigo en el vano intento de acabar con todos los Generales Mapache del mundo. ¿Se apuntan?

Nota: Esta ingenuidad está dedicada a R. y a ese prolongado intervalo de silencio que nos ha dejado huérfanos.

9 Comments:

At agosto 04, 2005 1:02 p. m., Blogger La-Ruina said...

Sobre esos fracasos sabemos todos un huevo ;)

 
At agosto 04, 2005 2:04 p. m., Anonymous Anónimo said...

Que bonito post ha escrito, Zito :)

 
At agosto 04, 2005 3:07 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bello de verdad.

 
At agosto 04, 2005 6:43 p. m., Anonymous Anónimo said...

Mientras mayores son las caídas, más alta será la altura... ¿no?

 
At agosto 05, 2005 12:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Muy bonito, doctor

 
At agosto 05, 2005 2:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

vaya, no voy a ser muy original, pero lo que ha escrito es hermoso de veras!

 
At agosto 06, 2005 9:51 a. m., Anonymous Anónimo said...

No soy digno, pero gracias, muchas gracias, doctor.

 
At noviembre 10, 2005 9:10 p. m., Anonymous Anónimo said...

Querido Dr Sito:

Me encanta que se acuerdede eso, que a mi me ha costado cuadrar con tanta nitidez. Lo que si recuerdo bien son aquellas tardes inmensas. Y a mi novia germanofila. De esa dificilmente se olvida uno.

Lo añoro todo.

Tambien añoro pensar que cuando me miran, me ven. Porque, como dicen mis cincuentonas, llega un punto en que una se vuelve transparente. Asi que yo creo que ya no me ven. Y eso que cada vez deberia ser mas visible. Pero no.

En fin, interesante reflexion. Cuideseme mucho Dr S. Se le echa de menos (sin que sea una ofensa le dire que le prefiero en mi lado del espejo y con S en vez de con Z).

 
At noviembre 10, 2005 9:15 p. m., Blogger Dr Zito said...

Cuideseme mucho, don usted. Y en realidad el post iba dedicado mitad a R, mitad a usted.

Y si tiene ganas de verse de nuevo, vaya a:
http://drzito.blogspot.com/2005/03/desorientacin.html
A ver cuando se decide.

Un abrazo. Y pasese por aqui todo lo que quiera, que es gratis.

 

Publicar un comentario

<< Home